En todo caso, hoy en día solo se asocia a Felix Salten con una de sus novelas, cuya versión cinematográfica fue un éxito mundial, a pesar de que fue uno de los periodistas y críticos de teatro más famosos de su época en Europa.
Desempeñó un papel decisivo en la vida literaria, teatral y cinematográfica del modernismo vienés sin alcanzar nunca el éxito económico y moral a largo plazo de sus compañeros.
Poco sabemos de su infancia y su juventud. Sabemos que Sigmund Salzmann, nacido en Budapest en 1869 (no se convirtió en Felix Salten hasta 1911 a la edad de 42 años), abandonó la escuela a los 16 años para vender seguros.
En 1890, este corredor de seguros de 21 años apareció en un círculo de autores vieneses llamado la Joven Viena en el Café Griensteidl al que también pertenecían Peter Altenberg, Hugo von Hofmannsthal, Karl Kraus, Stefan Zweig y Arthur Schnitzler.
Con Schnitzler mantuvo una amistad durante toda su vida y cuando Salten comenzó a trabajar como redactor para el Wiener Allgemeine Zeitung en 1894, con su labor como crítico de teatro impulsó el debut de Schnitzler y su ascenso.
La amistad con Karl Kraus terminó en 1896 cuando le abofeteó públicamente porque Kraus hizo pública la relación entre Salten y Ottilie Metzl, con quien luego se casó en 1902. En ese momento, Salten mantenía una relación con la madre de su hijo, la socialdemócrata Lotte Glas, a quien había conocido a través de Karl Kraus.
En 1902, Felix Salten y Ottilie Metzl se casaron. Los testigos fueron los dos escritores y dramaturgos Arthur Schnitzler y Siegfried Trebitsch.
Parece que Felix Salten siempre vivió más allá de sus posibilidades, quizás también para impresionar a sus conocidos y amigos. Y parece que precisamente esta falta de dinero fue lo que le impulsó a publicar continuamente. Antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, escribió para varios periódicos de Viena, Budapest y Berlín al mismo tiempo.
Alrededor de 1900, Salten se hizo mundialmente famoso como reportero de la prensa amarilla que informaba sobre escándalos en la corte vienesa gracias a sus sofisticados contactos. A pesar de su morboso trabajo, fue un contemporáneo reconocido, como lo demuestra su correspondencia con grandes como Max Brod, Sigmund Freud, Egon Friedell, Gerhard Hauptmann, Heinrich y Thomas Mann, Robert Musil, Joseph Roth y Berta Zuckerkandl.