Castillos donde pasar noches de cuento

Disfrutar de un delicioso desayuno al aire libre, relajarte en la sauna o hacer un picnic: todo ello lo podrás hacer en el hermoso castillo de Lerchenhof, propiedad de la familia Steinwender. Este castillo de estilo Biedermeier es reflejo de la cálida y acogedora simplicidad tan característica de aquella época. A su alrededor, encontrarás extensas tierras de cultivo sostenibles. En el restaurante, podrás probar el pan elaborado con trigo de coseche propia y molido en el molino del castillo, así como los embutidos también producidos localmente, en línea con la filosofía Slow Food. Los niños podrán jugar y disfrutar de los animales de la granja mientras que los adultos recargan sus baterías caminando por el sendero Kneipp junto a uno de los arroyos cercanos al castillo. En este rincón de Carintia, en la frontera con Friul y Eslovenia, podrás dejarte envolver suavemente por la naturaleza virgen. Aquí las prisas no tienen cabida. Solo debes disfrutar de la belleza y la tranquilidad.

Los domingos las campanas que resuenan por el valle inician el día, más aún si te alojas al lado de un monasterio con capilla donde cada domingo se celebra la misma. Castillo Berg Klösterle está situado en una meseta a unos 100 metros de altitud sobre el pueblo de Zedlitzdorf, en Carintia. Esta opción es ideal para alejarse del ajetreo diario y disfrutar de unos días de paz y tranquilidad. El castillo fue construido en 1756 y solía albergar a monjes carmelitas y capuchinos antes de convertirse en un colegio. Hoy en día, se ha dividido en apartamentos con baño y cocina, que se alquilan a pequeños grupos. La taberna con bóveda de piedra, la ubicación aislada y el mobiliario rústico pero cómodo contribuyen a mantener la espiritualidad original del lugar.

Disfrutar de un delicioso desayuno bajo los impresionantes estucos rococó del salón de baile o relajarse en la biblioteca de madera taraceada es solo una de las maravillas que ofrece el hotel Schloss Leopoldskron. Este castillo ofrece vistas impresionantes al lago y a las majestuosas montañas. A pesar de estar lejos del ajetreo de la ciudad, está a solo media hora a pie del centro de Salzburgo. Haciendo un paseo por su extenso parque es revivir la historia de la familia Trapp de "Sonrisas y Lágrimas", que fue filmada aquí en parte. El castillo fue construido por un príncipe arzobispo en 1736 y, a principios del siglo XX , fue adquirido por Max Reinhardt, empresario teatral y fundador del Festival de Salzburgo. En esa época, se utilizaba para espectáculos itinerantes, donde el público se desplazaba de una sala a otra, creando un ambiente verdaderamente mágico.

El Schlosshotel Iglhauser, un edificio que data del siglo XV, aún mantiene el ambiente alegre de una taberna cervecería. El personal amable refleja la sencillez de la gestión de la familia Iglhauser, que divide las tareas cuidadosamente: la señora Iglhauser está a cargo de la cocina diseñando platos únicos basados en pescado y hierbas aromáticas de la zona mientras que su esposo Jakob se encarga de la bodega. Ubicado a orillas del lago Mattsee, a solo media hora de Salzburgo, el complejo es famoso por sus festivales de verano al aire libre con actuaciones teatrales y musicales. La piscina, la sauna y el hermoso jardín son especialmente populares entre los huéspedes, mientras que las gruesas paredes medievales protegen las cómodas habitaciones y suites del ruido exterior.

A esta altura, el aire es puro y cristalino. En invierno, es un paraíso para los esquiadores, en verano para los excursionistas. Kühtai solía ser un pastizal alpino con una sencilla casa de caza que el emperador Maximiliano I utilizaba durante la caza en el siglo XV. Hoy en día, esa casa se ha convertido en el Jagdschloss Kühtai Resort, a menos de una hora en coche de Innsbruck, después de pasar por generaciones, incluyendo las manos de Francisco José y Sissi, amantes del Tirol. El hotel revive el encanto de las historias privadas de la familia Habsburgo, que se escapaba aquí de las obligaciones imperiales. El telesilla Kühtai no solo lleva a los esquiadores a la cima, sino también a los excursionistas en verano permitiéndoles, de esta manera, admirar los rododendros en flor. En ambos casos, el Jagdschloss es el refugio perfecto al que regresar al final del día.

El sol está a punto de ponerse, es la última bajada del día y estás ansioso por cambiar las botas de esquí por unas pantuflas y disfrutar del calor de tu hogar. Desde las pistasya se puede divisar el Hotel Bergschlössl, situado justo al pie del teleférico de la estación de esquí de St. Anton am Arlberg. Este hotel, construido a principios del siglo XX y renovado recientemente por la familia Moosbrugger Lettner, conserva el estilo rústico de la arquitectura tirolesa, al mismo tiempo que ofrece todas las comodidades necesarias para esquiadores y excursionistas. Después de un día al aire libre en la montaña, uno se siente inmediatamente acogido en un ambiente cálido y privado al entrar en sus ocho habitaciones, rodeado de cojines y muebles de madera tallado. Es una invitación difícil de rechazar, un lugar perfecto para relajarse.

A principios del siglo XIX, la nobleza austriaca solía viajar al Schloss Schönau, un castillo de caza ubicado a 30 km al sur de Viena. El anfitrión del castillo, una persona creativa, apasionada por el teatro, había construido un complejo de laberintos subterráneo y cuevas que culminaban en el Templo de la Noche, sinónimo del sinuoso y peligroso camino de la vida. Antonio Salieri y Luigi Cherubini pusieron melodía a este lugar mágico y misterioso, que fue tan la expectación que causó que se reprodujo en algunas villas denle el norte de Italia. Hoy en día, la paz del inmenso parque que rodea el castillo, la renovación refinada de las habitaciones y la cercanía a la capital y a la ciudad termal de Baden son las principales razones para aquellos que eligen alojarse aquí.

Situada en las colinas ondulantes de Burgenland, en la frontera con Hungría, se encuentra una fortaleza de mil años de antigüedad que ha resistido a todos los intentos de conquista, incluidos los otomanos: el castillo de Bernstein, propiedad de la familia Almásy. Uno de sus famosos descendientes, Ladislaus Almásy, nacido aquí, fue retratado por Ralph Fiennes en la película "El paciente inglés". Las nueve suites del castillo, equipadas con piezas originales de diferentes épocas, albergan historias fascinantes sobre sus antiguos habitantes, incluida una misteriosa dama fantasma. Además de su encanto histórico, la región también es conocida por su naturaleza exuberante, clima suave y excelente selección de vinos locales. Esta es una parada perfecta para los viajeros que desean sumergirse en la cultura austriaca y húngara, a solo cien kilómetros al sur de Viena.