La cultura de los cafés vieneses
La cultura de las cafeterías vienesas fue incorporada oficialmente al Patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO el 10 de noviembre de 2011.
Después de elegir Viena como su hogar adoptivo, Beethoven pasó la mayor parte de su vida en la ciudad. Un viaje musical al pasado.
Al igual que su gran modelo Mozart, Ludwig van Beethoven eligió Viena como su hogar adoptivo. Dos de las viviendas en las que pasó parte de su vida siguen abiertas al público y dan testimonio de la vida del gran genio musical. Junto a otros lugares importantes de su vida vienesa, seguir los pasos de Beethoven se convierte en toda una experiencia.
Bienvenidos a la Viena de Beethoven
De la mayoría de los grandes compositores que encontraron en Viena su lugar de inspiración y de residencia solo queda una vivienda de esa época. A excepción del gran Ludwig van Beethoven: dos de sus viviendas aún se pueden visitar hoy en día y contienen tesoros de su vida. En este paseo visitaremos algunas de estas viviendas. Punto de partida de hoy: la estación Schottentor.
De la mayoría de los grandes compositores que encontraron en Viena su lugar de inspiración y de residencia solo queda una vivienda de esa época. A excepción del gran Ludwig van Beethoven: dos de sus viviendas aún se pueden visitar hoy en día y contienen tesoros de su vida. En este paseo visitaremos algunas de estas viviendas. Punto de partida de hoy: la estación Schottentor.
La vista del resplandeciente cielo azul sobre la Iglesia Votiva nos permite hacernos una idea nada más salir de la estación de metro Schottentor: hoy va a ser un buen día. Siguiendo los pasos de Beethoven visitamos "su" Viena. Caminamos un poco bajo el sol de la mañana hacia la casa Pasqualatihaus, que se encuentra en la esquina de las calles Mölkerbastei y Schreyvogelgasse. La casa debe su nombre a, Johann Baptist Freiherr von Pasqualati, que fue un gran mecenas de Beethoven. El virtuoso vivió aquí durante casi ocho años, un lugar donde encontró la inspiración para su única ópera "Fidelio". También fue aquí donde plasmó en papel la sensible melodía de "Para Elisa". La antigua vivienda de Beethoven se hizo tangible para los visitantes como parte del Museo de Viena. En cinco salas diferentes podemos descubrir más sobre el artista Beethoven y conocer sus obras. Por otro lado, al mirar por los numerosos ventanales es inevitable preguntarnos: ¿Beethoven también miró por la ventana para inspirarse para sus obras?
La siguiente parada nos lleva a la plaza Albertina-Platz. Fue aquí donde los visitantes del teatro Theater am Kärntnertor escucharon por primera vez la melodía de la 9.ª sinfonía en el estreno del 7 de mayo de 1824. Dado que fue demolido en 1870, hoy en día no se puede ver nada del teatro y en nuestro paseo solo nos acompaña la melodía de la 9.ª sinfonía. Pero antes de seguir tras los pasos de Beethoven por Viena, cogeremos fuerzas en el Café Mozart. Al contrario de lo que podría sugerir una cafetería, no solo hay pasteles y café, sino también platos típicos vieneses calientes. Como es bien sabido, Beethoven era un gran amante de la buena vida y el café era uno de sus placeres preferidos. En aquella época, esta bebida caliente era un producto de lujo, pero Beethoven incluso tenía su propia máquina de café con la que llevaba a cabo un ritual muy especial: se dice que siempre usaba exactamente 60 granos de café para su expreso. ¿El café que estamos bebiendo ahora mismo se habrá molido exactamente a partir de 60 granos? Probablemente nunca lo sabremos. Así que dejamos el Café Mozart y nos dirigimos a la plaza Karlsplatz.
La cúpula dorada de la Secesión se puede ver desde lejos: cuanto más nos acercamos al edificio, más nos cautiva este icono arquitectónico del modernismo vienés. En la fachada, se lee "A cada época, su arte. A cada arte, su libertad". Desde su fundación de la mano de artistas del modernismo vienés como Gustav Klimt, Koloman Moser y muchos otros, la Secesión ha sido un lugar muy codiciado para exposiciones de arte. Lo que más nos interesa en esta ocasión es el singular friso de Beethoven. Esta obra de arte de 34 x 2 metros fue creada en 1902 por Gustav Klimt como un homenaje a Beethoven con motivo de la 75.º conmemoración de su muerte. En ella se ilustra la interpretación de Richard Wagner del contenido de la 9.ª sinfonía de Beethoven: la búsqueda de la felicidad por parte de la humanidad. El friso, dividido en tres partes, originalmente solo estaba destinado a ser una obra decorativa para la exposición de dicha conmemoración. Tras varias décadas y numerosos obstáculos, pasó a manos de la República de Austria, por lo que la obra se puede volver a contemplar en la Secesión desde 1986 como préstamo permanente del Belvedere.
La calle Probusgasse 6, en el distrito 19 de Viena, alberga otra ubicación del Museo de Viena: el Museo Beethoven. En aquella época, la zona todavía era un barrio periférico de Viena, pero hoy en día es una parte integral del área urbana de Viena. Antaño hubo aquí un balneario donde Beethoven buscaba curarse o, al menos, aliviar su creciente sordera. En las salas que se han rediseñado del Museo Beethoven, nos sumergimos en su vida a lo largo de seis capítulos y más de 250 m²: llegada, relajación, composición, modo de ganarse la vida, actuaciones y legado. Cada uno de los capítulos nos acerca a un aspecto del artista y a una parte de su antigua vivienda. En 1802, Beethoven escribió aquí su "Testamento de Heiligenstadt", impulsado por el miedo a la sordera que se cernía sobre él. Sin embargo, nunca envió estas "últimas" líneas a sus hermanos. También aquí terminó su 3.ª sinfonía "Eroica" y, posteriormente, también trabajó en su obra más grande, la 9.ª sinfonía. Nos permitimos reflexionar acerca de la numerosa información que hemos descubierto sobre el gran compositor en un paseo por Döbling.
Para culminar este bonito día siguiendo los pasos de Beethoven, visitamos la taberna Heurigen Mayer en la plaza Pfarrplatz. Una parada de lo más práctica, ya que la taberna se encuentra a apenas unos pasos de la casa en la que también vivía Beethoven. En su acogedor patio interior nos sentamos en uno de los típicos bancos de madera y disfrutamos de las últimas horas de la velada con una copa de vino de sus propios viñedos. La típica música vienesa de las Heurigen que suena de fondo no es una sinfonía de Beethoven, pero garantiza un estado de ánimo alegre y festivo entre todos los comensales. Agradecidos por la versatilidad con la que siempre nos obsequia la música, damos el día por terminado.
La cultura de las cafeterías vienesas fue incorporada oficialmente al Patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO el 10 de noviembre de 2011.
¿Qué sería de Viena sin sus queridas cafeterías? ¿Cómo surgió esta tradición? ¿Y por qué los artistas parecen prosperar en el ambiente de las cafeterías?