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    Activo durante el invierno

    Diversión lejos de las pistas de esquí.

    Viva la variedad del invierno

    Alpeniglu („alpine igloo") entrance
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    El “Iglú-Dorf” invita a unas vacaciones invernales nada convencionales

    Para entrar en calor – una noche en el hielo

    La estación de esquí situada a la mayor altitud de toda Austria, Kühtai, vuelva a abrir las heladas puertas de los iglúes del “Iglu Dorf Kühtai”. Desde mediados de diciembre hasta finales de abril, los 14 “palacios de hielo” situados a 2.020 m de altitud esperan a aquellos con espíritu aventurero y a los más románticos. Alojarse en un iglú es mucho más que dormir en una casa hecha de hielo, significa también disfrutar de actividades en la nieve como emprender excursiones con raquetas de nieve o pasar el día esquiando, y todo ello, claro está, delante de la puerta del iglú. La diversión está garantizada, una diversión ideal para familias y todos aquellos que buscan un poco de romanticismo.

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    Rodeln auf einer Naturrodelbahn
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    ¡Diversión a tope!

    Bajadas en trineo

    Para poder disfrutar de una descenso en trineo a la luz de la luna mágico, las pistas de Axams, Oberperfuss, Kühtai y St. Sigmund disponen de iluminación nocturna a diaria mientras que la pista de trineo de Rinn se ilumina dos veces por semana.

    ¿Pero qué es lo mejor de una bajada en trineo? ¿La sensación de velocidad al bajar, subir a pie por bosques nevados a la luz de la luna hasta el punto de salida o tomar una bebida caliente en un acogedor refugio antes de iniciar la bajada? Hay gustos para todo. Pero eso si... todos están de acuerdo en una cosa: la diversión está siempre garantizada. En los alrededores de Innsbruck hay más de 90 km de pistas de trineo preparadas, la mayoría ofrecen descensos de dificultad media y algunas disponen de iluminación nocturna.

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    Patinando, que es gerundio

    En el parque municipal de Viena se suele oír música a lo lejos en invierno: la cercana pista de patinaje sobre hielo del Wiener Eislaufverein hierve en actividad. A pocos pasos nos encontramos una pista enorme que linda con el imponente edificio del auditorio Wiener Konzerthaus.

    La pista de hielo artificial que hay en el centro de Viena es lisa como una tabla y perfectamente cuidada. ¡Vamos a por un par de patines a la bien surtida tienda de alquiler! Quien no quiera zambullirse inmediatamente en la vorágine de la pista puede inspirarse mirando a los patinadores artísticos y a los jugadores de hockey, que entrenan en áreas separadas. Pero la mayor parte de la pista pertenece a los patinadores aficionados: hay niños, adultos e incluso ancianos, y todos dan sus vueltas e intentan pequeñas secuencias de pasos, y los más experimentados hasta se atreven con unos saltos. Con frecuencia suena música de vals por los altavoces, que da mucho ambiente. Exacto, ¡estamos en Viena! Este ajetreo es contagioso y permite revivir jornadas de patinaje olvidadas hace tiempo. ¡Pero despacio! Es mejor empezar agarrándose a la barandilla para coger confianza y luego pronto pasaremos de patinar sin ayuda a deslizarnos con cuidado: derecha, izquierda, un poquito más de impulso y, después, a flexionar las rodillas. Poco a poco vuelve ese sentimiento de felicidad cuando los patines empiezan a obedecernos.

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    Ponche en la pista

    ¿Nos tomamos un descanso? Vamos al puesto de ponche que hay en medio de la pista para recuperar fuerzas. Aquí, con los vasos humeantes, podemos charlar con los “compañeros de deporte” y enterarnos de muchas cosas interesantes, como, por ejemplo, los 150 años de historia de la Wiener Eislaufverein o las grandes innovaciones y reformas que hay programadas para los próximos años.

    El sueño de hielo continúa

    También nos podemos dejar hechizar por el sueño de hielo vienés, el Wiener Eistraum, y su amplia oferta de ensueño: las pistas iluminadas con luces de colores que se encuentran entre el ayuntamiento y el Burgtheater (Teatro Nacional) y los románticos senderos de hielo que serpentean por el parque de al lado. Tampoco pueden faltar las especialidades regionales que se pueden degustar en los puestos que hay alrededor. Así, en la Viena invernal se nos plantea este dilema: ¿cultura o diversión? Bueno, lo ideal es hacer ambas cosas.

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