Por encargo del emperador: acuarelas en el Albertina

Al igual que su padre el emperador Francisco I, el príncipe heredero Fernando I poseía su propia colección de arte, que se encontraba en sus aposentos privados archiducales. Consistía en paisajes, visiones históricas, retratos y escenas de género de destacados artistas austríacos. El emperador Fernando I pasó a la historia como el "benigno". Se dijo que era débil en lo que concernía a su liderazgo y toma de decisiones. Sin embargo, hablaba cinco idiomas, dominaba dos instrumentos musicales y mostró un gran interés en la modernización de la agricultura, así como en la tecnología y la ciencia. Maravillosos paisajes, pueblos y ciudades adornaban el gran imperio y así fue como Fernando I pidió a los mejores y más famosos pintores de acuarelas que entregaran un libro ilustrado de Austria.

Hacia 1833 encargó a los pintores Jakob y Rudolf von Alt (padre e hijo) que plasmaran paisajes y paisajes urbanos en acuarelas para unos cajones ópticos de gran tamaño llamados "tutilimundi". La mayoría de las acuarelas se incorporaron a la colección gráfica del Albertina de Viena en 1921. La visión de las acuarelas pictóricas a través de los tutilimundi intensificaba el efecto de la obra maestra. Todavía se pueden contemplar estas obras de Jakob y Rudolf von Alt a través de los tutilimundi del Albertina. En terminología técnica, se conocen como cosmorama y panorama. Las imágenes se hacían más animadas y emocionantes para el espectador mediante lentes ópticas y fuentes de luz. Así es como el emperador Fernando I quería vivir y contemplar las escenas de su monarquía.

Hablamos del año 1833. El emperador Fernando I gobierna el imperio, aunque no todo es un mar de rosas. Debía su apodo de Fernando el Benigno a su débil liderazgo y pronto pasó a ser popularmente conocido como Bueninando el Acabado. Si bien no era un gran líder, sí era un verdadero amante de las bellas artes. Por ese motivo encargó a los acuarelistas más reconocidos de su época, Eduard Gurk, Jakob y Rudolf von Alt y Leander Russ, que plasmaran en un lienzo los lugares más bellos de la monarquía austríaca y sus países vecinos. De un total de más de 300 obras que se crearon en el transcurso de este encargo, la exposición especial "Im Auftrag des Kaisers" (por encargo del emperador) mostró por primera vez 80 de estas obras. Entre ellas, los lugares más bellos de Viena, desde la región de Salzkammergut hasta Mariazell y Roma.

La acuarela “Der Residenzplatz in Salzburg” se creó en 1844. El paisaje muestra la plaza al este en dirección al palacio Neue Residenz, que fue construido en 1595. En el centro observamos la fuente Residenzbrunnen, que fue construida entre 1656 y 1661. La iglesia Michaelskirche está a la izquierda y el transepto de la catedral, en la parte derecha del cuadro. Este paisaje de la Residenzplatz de Salzburgo sigue intacto hoy en día. La nueva plaza Residenzplatz, que se puede observar en la acuarela de Jakob y Rudolf von Alt, fue diseñada y ampliada en 1604 por Vicenzo Scamozzi por encargo del entonces príncipe arzobispo Wolf Dietrich von Raitenau. En aquella época, tuvieron que derribarse 55 casas medievales para hacer espacio para la nueva plaza Residenzplatz, aunque valió la pena: incluso hoy, la fuente en el centro de la plaza está considerada como uno de los monumentos barrocos más importantes de Europa.

Hoy en día, ningún emperador o archiduque vive en el Albertina. Sin embargo, existe una estrecha conexión entre la familia real española y el Albertina. Marie-Christine von Habsburg-Lothringen fue la segunda esposa de Alfonso XII e incluso gobernó España tras la muerte del rey hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII, de 1885 a 1902. De modo que Marie-Christine es la tatarabuela del actual rey Felipe VI de España. Esta conexión real da como resultado otra curiosidad: si el rey español visitara Austria, tendría derecho a residir en el Albertina durante su estancia.