Si a mediados del siglo XIX hubieras preguntado a los transeúntes de las estrechas calles de Viena sobre la importancia de Franz Schubert, lo más probable es que la respuesta hubiera sido un ceño fruncido acompañado por la pregunta "¿Franz qué?". Hoy en día, este compositor, que nació en Viena, es mundialmente famoso y sus canciones artísticas son un género de la música clásica en sí mismas.
Nacido en Viena en 1797, Franz Schubert destacó en todos los géneros musicales. Sin embargo, con más de 600 canciones, demostró ser, con diferencia, el compositor más creativo de la historia de la música en lo que a bellas melodías se refiere. Convirtió poemas en música, como El rey de los elfos y Margarita en la rueca de Goethe. Estas canciones tienen un potente trasfondo de misterio, luz y oscuridad que nunca antes había existido. Franz Liszt describió a Schubert como "el músico más poético que jamás haya existido".
Cuenta la leyenda que Schubert usaba sus gafas incluso cuando dormía para poder anotar ideas en cuanto se despertaba. A pesar de que murió pronto, a los 31 años, Schubert escribió casi 1000 obras. "Nací únicamente para componer".
Hoy en día, Franz Schubert está considerado como una figura clave del clasicismo y el romanticismo. Después de su muerte en 1829, sus amigos le dedicaron un sepulcro con una inscripción del poeta Franz Grillparzer: "Aquí yace enterrado el tesoro más valioso del arte musical; pero con grandes esperanzas".
"Nací únicamente para componer".
Antaño, la música de Schubert solo se tocaba en conciertos privados en casa, que se conocían como Schubertiade. Por tímido que fuera Schubert en público, era muy sociable con sus amigos. La gente bailaba, cantaba, jugaba a las charadas, bebía y leía poemas, mientras Schubert se sentaba al piano y tocaba su última obra. El carácter íntimo de estos conciertos se ha conservado hasta nuestros días, ya sea en un paisaje alpino o en un escenario bastante inusual.
"Mozart y Beethoven llegan al cielo, Schubert viene de allí". (Oskar Werner, actor austriaco)
